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DEFORESTACIÓN

Una trocha serpentea por Chiribiquete

Mide 75 kilómetros, apareció hace menos de seis meses y está ubicada en la parte noroccidental del parque. La directora de Parques Nacionales ya denunció el hecho a la Fiscalía y a las Fuerzas Militares, al igual que la tala de más de 1.000 hectáreas de bosque en este Patrimonio de la Humanidad.

3 de febrero de 2019

Las montañas rocosas o tepuyes del Chiribiquete son como un gran archipiélago de biodiversidad que flota en el bosque tupido milenario de la Amazonia colombiana. Y mientras la ciencia apenas empieza a descubrir esa riqueza, una carretera ya serpentea por el borde noroccidental de este Parque Natural. Toda una debacle.

Como en el efecto mariposa, un árbol caído en este lugar tiene implicaciones planetarias. “Es un ecosistema tan frágil que si deja de funcionar afectaría la fauna del resto del país y del continente. No descartamos la posibilidad de que estemos frente a un centro de origen de especies: el lugar de donde salen los animales al resto del territorio colombiano”, dice Gonzalo Andrade, director del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia.

Las últimas expediciones al Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete, en las selvas de Guaviare y Caquetá, encontraron en este lugar aves que solo existen en los Andes. “No cabe imaginar lo que pueda hacer una carretera aquí”, agrega Andrade.

Esta carretera mide algo más de 150 kilómetros. De ellos, 75 están dentro de Chiribiquete. Comienza en el Meta, en Barranco Colorado, atraviesa el Parque Nacional Natural Serranía de la Macarena y va hacia Puerto Cachicamo en el río Guayabero. Luego cruza parte de Chiribiquete y conecta selvas cercanas a los ríos Ariari, Guayabero, Ajaju, Tunia, Camuya, Yaya Ayaya y Yarí.

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Finaliza en el río Caguán, en Caquetá: un tramo aprovechado por mafias para sacar sus productos del narcotráfico hacia el Putumayo, y de allí a Brasil y Perú.

Las últimas expediciones al Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete, en las selvas de Guaviare y Caquetá, encontraron en este lugar aves que solo existen en los Andes. “No cabe imaginar lo que pueda hacer una carretera aquí”, agrega Andrade.

Dentro de Chiribiquete, esta vía tiene tres partes. La primera, en el borde norte, colinda con el resguardo Yaguará. La segunda va al sur del río La Tunia hacia el centro del parque, en uno de los nacimientos del río Ajaju. Y, la tercera, camina al sur de las sabanas del Yarí. Así lo evidenciaron los monitoreos, tanto satelitales como aéreos, de la Unidad de Parques Nacionales Naturales y el Ideam. Los estudios comparativos de fotos e imágenes también mostraron que hasta hace menos de seis meses la carretera iba por debajo del bosque. Pero luego talaron los árboles de más de 30 metros que la tapaban. Abrieron la trocha original antes de la firma del acuerdo de paz.

Julia Miranda, directora de Parques Naturales, ya alertó al Gobierno acerca de los hallazgos. Primero, en una reunión a finales de 2018 donde estaban el presidente Iván Duque; el ministro de Defensa y generales y mandos militares del Guaviare. Luego, en el taller Construyendo País de San José de Guaviare y, finalmente este año, durante un evento en el Fuerte Militar Larandia donde cuenta que abordó a los altos mandos militares con la misma información.

La Fiscalía ya tiene en su poder la denuncia de Parques, enviada a comienzos del año. Miranda dijo que la deforestación en Chiribiquete podría indicar el inicio de una colonización impulsada por el acaparamiento de tierras, como pasó en los parques Tinigüa y Picachos. “Empieza con cuadrados deforestados, casas, vías y vacas, para luego adueñarse de las tierras. Esperamos que las investigaciones identifiquen quién está financiando la deforestación y las mafias que están atrás de la ocupación ilegal. Nadie puede estar en Chiribiquete a excepción de los pueblos indígenas en aislamiento voluntario que viven allí hace cientos de años”,dice.

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CUENTA REGRESIVA

La vía pone en peligro a estas comunidades indígenas. Con el ingreso a Chiribiquete de grandes acaparadores en la zona sur de las sabanas del Yarí. Andrade cuenta que han encontrado pictogramas recientes, lo que demuestra que este es un sitio de pagamento para esas y otras comunidades no solo de Colombia. “Estimamos que indígenas de Suramérica visitan la zona. Es una maloca del conocimiento”, dice Andrade.

“Es un ecosistema tan frágil que si deja de funcionar afectaría la fauna del resto del país y del continente. No descartamos la posibilidad de que estemos frente a un centro de origen de especies: el lugar de donde salen los animales al resto del territorio colombiano”, dice Gonzalo Andrade

A Andrade lo sorprende la magnitud de la biodiversidad en la zona. Muestreos entre tepuyes, a menos de 6 o 7 kilómetros, dieron cuenta de que animales y plantas son muy diferentes de un sitio a otro en cortas distancias. Un hervidero de biodiversidad.

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Andrade visitó Chiribiquete por primera vez en 1992. Ya completó 20 viajes y participó en la investigación que permitió ampliarlo y declararlo Patrimonio de la Humanidad. En este tapete selvático los tepuyes o islas rocosas que brotan entre los bosques albergan infinidad de mariposas, aves, anfibios, insectos y mamíferos. Esta peculiaridad lo convierte en la reserva de biodiversidad más grande de Colombia.

Las ocho expediciones más recientes, entre 2016 y 2017, registraron 1.676 especies de animales y plantas. Una cifra que para los científicos no representa ni la mitad de lo que puede albergar en sus 4,2 millones de hectáreas. Sin embargo, la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible y SEMANA denunciaron en 2018 parches de bosque deforestado que suman más de mil hectáreas.

Lo hicieron tras realizar sobrevuelos que mostraron lotes sin gente, sin vacas, sin casas, testigos mudos de la caída de árboles de más de 30 metros de altura.